Las grandes cosas en la vida son voluntarias

escrito por Francisco Cáceres

Voluntario de Legacy Fund 2022, Filósofo y estudiante de Psicología

 
 

"Si queremos activarnos, hay que partir por algo. No se necesitan grandes ideas ni cambios radicales para empezar. Hay que buscar eso concreto que sea significativo para cada uno, haciendo ese camino de búsqueda con paciencia y disfrutando lo que vamos descubriendo..."

 

Fotografía: Francisco Cáceres

"Cierra los ojos y aguza los oídos y, desde el más leve sonido hasta el más violento ruido, desde el tono más simple hasta la más elevada armonía, desde el grito más violento y apasionado hasta la más dulce palabra de la razón, es la Naturaleza la que habla, la que revela su existencia, su fuerza, su vida y sus relaciones, hasta el punto de que un ciego al que se le niega el mundo infinitamente visible puede captar la infinita vitalidad a través de lo que oye." (Goeth)

Acabo de aterrizar en Puerto Natales después de casi cuatro horas de viaje. Bajo la escalera del avión y el viento magallánico sopla con fuerza y me empuja mientras camino. Estoy aquí por primera vez para participar como voluntario con  Legacy Fund en el Parque Nacional Torres del Paine en tareas de conservación y monitoreo de especies.

Dicen que las grandes cosas en la vida son voluntarias, y que la voluntad se juega en esos deseos que dan sentido a nuestra vida y que nos empujan a estar en lugares que sentimos que nos necesitan, tanto como nosotros a ellos. Motivado por ello, escribo estas líneas para compartir mi experiencia y para animar a quienes quieren acercarse al mundo del activismo y la conservación, pero no saben cómo hacerlo.

Fotografía: Aintzane Cariñanos

Durante los días de voluntariado, tuvimos la oportunidad de permanecer en un territorio no como turistas obsesionados por las selfies, sino como jóvenes que buscan ponerse al servicio y vincularse con la naturaleza desde el respeto y la conservación, lejos de la vida de ciudad y dispuestos a dar lo mejor de nosotros. Pudimos entender y monitorear el proceso de reforestación después de los incendios en el parque, instalar cámaras trampa para recoger material de investigación, remover cercos para facilitar el libre tránsito de la fauna y controlar algunas especies invasoras de flora que le quitan espacio a las especies nativas. Estos días nos dieron la oportunidad de compartir nuestras historias de vida, disfrutar sin apuro de hermosos atardeceres, observar el comportamiento de los animales y aprender a escuchar y leer las señales de la naturaleza. Al mismo tiempo, pudimos ser testigos de los pocos recursos que el Estado invierte en la conservación, del gran esfuerzo que realizan las personas que trabajan en el parque y de conocer los grandes desafíos que surgen al conservar un territorio único en el mundo.

Fotografía: Josefa Zapata

Estoy convencido de que el modo cómo nos relacionamos con la naturaleza es un fiel reflejo de la manera como nos relacionamos con los demás, y viceversa. En ese sentido, creo que si somos capaces de vincularnos de manera honesta con los entornos y ecosistemas naturales que nos rodean, podremos conocerlos y amarlos, y amándolos podremos defenderlos y conservarlos. De ahí que no se puede amar lo que no se conoce ni defender lo que no se ama. Sabiendo cómo funcionan los ecosistemas y la vida que en ellos existe, será más fácil protegerlos. Por eso la importancia de relacionarnos desde el respeto y la escucha, comprendiendo que no somos dueños de nada y que sólo estamos de paso.

Sería interesante preguntarnos ¿Qué acciones concretas podemos realizar para proteger y conservar los ecosistemas naturales que nos rodean? Cada uno de nosotros debería hacerse esa pregunta y, descubrir en la respuesta algunas luces para entender mejor lo que sentimos.

Si queremos activarnos, hay que partir por algo. No se necesitan grandes ideas ni cambios radicales para empezar. Hay que buscar eso concreto que sea significativo para cada uno, haciendo ese camino de búsqueda con paciencia y disfrutando lo que vamos descubriendo. Escuchando otras voces que luchan por la conservación, compartiendo y aprendiendo de  sus experiencias.

Se acaba el voluntariado, pero no el deseo de contribuir a la conservación de la naturaleza. Atrás quedan días de contacto con la flora y la fauna del Parque Nacional Torres del Paine. Desde el avión de regreso a Santiago, observo los lagos, glaciares, ríos, montañas y estepas patagónicas que me permitieron conectar con este lugar único en el mundo. Vuelvo agradecido de todo el equipo de Legacy Fund y Conaf por hacer posible esta experiencia y por llevar adelante la bandera de lucha de la conservación en muchos otros proyectos locales de apoyo a las comunidades. Espero seguir vinculado con este territorio, porque al fin del día, las grandes cosas en la vida son voluntarias.

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